Nuevas fuentes de energía
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El carbón, un combustible fósil. El carbón se forma en un proceso geológico de millones de años, transformando la biomasa en un mineral de carbono sólido similar a la roca. Al ser un sólido, es fácil de extraer y transportar. El carbón es una importante fuente de energía e históricamente ha sido un ingrediente importante en la fabricación de acero y otros procesos industriales.
Un combustible fósil es un material que contiene hidrocarburos y que se forma en el subsuelo a partir de los restos de plantas y animales muertos, que los seres humanos extraen y queman para liberar energía para su uso. Los principales combustibles fósiles son el carbón, el petróleo y el gas natural,[1] que el ser humano extrae mediante la minería y la perforación. Los combustibles fósiles pueden quemarse para proporcionar calor para su uso directo (por ejemplo, para cocinar), para alimentar motores (como los motores de combustión interna de los vehículos de motor) o para generar electricidad[2].
El origen principal de los combustibles fósiles es la descomposición anaeróbica de organismos muertos enterrados, que contienen moléculas orgánicas creadas en la antigua fotosíntesis[3] La transición de estos materiales de origen a los combustibles fósiles con alto contenido en carbono suele requerir un proceso geológico de millones de años, a veces más de 650 millones de años[4].
Definición de recursos no renovables
Hoy sabemos que el uso de los combustibles fósiles por parte de la humanidad está dañando gravemente nuestro medio ambiente. Los combustibles fósiles provocan contaminación local allí donde se producen y utilizan, y su uso continuado está causando un daño duradero al clima de todo nuestro planeta. Sin embargo, ha sido muy difícil cambiar de forma significativa nuestros hábitos.
Algunos expertos se preguntan ahora si esta crisis podría ser el empujón que el mundo necesita para abandonar el petróleo. Uno de ellos se pregunta: “¿Podría la crisis del coronavirus ser el principio del fin de la industria petrolera?” Otro: “¿Matará el coronavirus a la industria petrolera y ayudará a salvar el clima?” Mientras tanto, se prevé que en 2020 las emisiones anuales de gases de efecto invernadero disminuyan entre un 4 y un 7% como consecuencia de los efectos del virus, y algunas de las ciudades más contaminadas del mundo disfrutan actualmente de cielos despejados.
La idea de que la pandemia podría ayudar a salvar el planeta pasa por alto puntos cruciales. En primer lugar, dañar la economía mundial no es la forma de afrontar el cambio climático. Y en cuanto al petróleo, ¿qué ocupará su lugar? No hemos encontrado un buen sustituto del petróleo, en cuanto a su disponibilidad y adecuación. Aunque el suministro es finito, el petróleo es abundante y la tecnología para extraerlo sigue mejorando, lo que hace que su producción y uso sean cada vez más económicos. Lo mismo ocurre en gran medida con el gas natural.
Energía sin fósiles
La energía renovable está en auge, ya que la innovación reduce los costes y empieza a cumplir la promesa de un futuro energético limpio. La generación solar y eólica estadounidense está batiendo récords y se está integrando en la red eléctrica nacional sin comprometer la fiabilidad.
Esto significa que las energías renovables están desplazando cada vez más a los combustibles fósiles “sucios” en el sector eléctrico, ofreciendo la ventaja de menores emisiones de carbono y otros tipos de contaminación. Pero no todas las fuentes de energía comercializadas como “renovables” son beneficiosas para el medio ambiente. La biomasa y las grandes presas hidroeléctricas plantean difíciles compensaciones si se tiene en cuenta el impacto en la vida silvestre, el cambio climático y otras cuestiones. Esto es lo que debes saber sobre los diferentes tipos de fuentes de energía renovable y cómo puedes utilizar estas tecnologías emergentes en tu propia casa.
La energía renovable, a menudo denominada energía limpia, procede de fuentes o procesos naturales que se reponen constantemente. Por ejemplo, la luz del sol o el viento siguen brillando y soplando, aunque su disponibilidad dependa del tiempo y la meteorología.Aunque a menudo se piensa en las energías renovables como una tecnología nueva, el aprovechamiento de la energía de la naturaleza se ha utilizado durante mucho tiempo para la calefacción, el transporte, la iluminación y mucho más. El viento ha impulsado los barcos para navegar por los mares y los molinos para moler el grano. El sol ha proporcionado calor durante el día y ha ayudado a encender fuegos para que duren hasta la noche. Pero en los últimos 500 años, el ser humano ha recurrido cada vez más a fuentes de energía más baratas y sucias, como el carbón y el gas fraccionado.
Recursos finitos
Un recurso no renovable (también llamado recurso finito) es un recurso natural que no puede ser sustituido fácilmente por medios naturales a un ritmo lo suficientemente rápido como para mantener el consumo[1] Un ejemplo son los combustibles fósiles basados en el carbono. La materia orgánica original, con la ayuda del calor y la presión, se convierte en un combustible como el petróleo o el gas. Los minerales terrestres y los minerales metálicos, los combustibles fósiles (carbón, petróleo, gas natural) y las aguas subterráneas de ciertos acuíferos se consideran recursos no renovables, aunque los elementos individuales se conservan siempre (excepto en las reacciones nucleares, la desintegración nuclear o el escape atmosférico).
Por el contrario, recursos como la madera (cuando se cosecha de forma sostenible) y el viento (utilizado para alimentar los sistemas de conversión de energía) se consideran recursos renovables, en gran medida porque su reposición localizada puede producirse también en plazos significativos para los seres humanos.
Los minerales terrestres y los minerales metálicos son ejemplos de recursos no renovables. Los metales en sí están presentes en grandes cantidades en la corteza terrestre, y su extracción por parte de los seres humanos sólo se produce cuando se concentran mediante procesos geológicos naturales (como el calor, la presión, la actividad orgánica, la meteorización y otros procesos) lo suficiente como para que su extracción sea económicamente viable. Estos procesos suelen tardar entre decenas de miles y millones de años, a través de la tectónica de placas, el hundimiento tectónico y el reciclaje de la corteza.