Uso de la energía
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La mayoría de los animales obtienen la mayor parte de su energía de la respiración aeróbica, es decir, de la combinación de los hidratos de carbono, las grasas y las proteínas con el oxígeno del aire o disuelto en el agua[2]. Otros componentes menores de la dieta, como los ácidos orgánicos, los polioles y el etanol (alcohol de beber) pueden contribuir al aporte energético. Algunos componentes de la dieta que aportan poca o ninguna energía alimentaria, como el agua, los minerales, las vitaminas, el colesterol y la fibra, pueden seguir siendo necesarios para la salud y la supervivencia por otras razones. Algunos organismos tienen en cambio una respiración anaeróbica, que extrae la energía de los alimentos mediante reacciones que no requieren oxígeno.
El contenido energético de una determinada masa de alimento suele expresarse en la unidad métrica (SI) de energía, el julio (J), y su múltiplo el kilojulio (kJ); o en la unidad tradicional de energía térmica, la caloría (cal). En contextos nutricionales, esta última es siempre la variante “grande” de la unidad, que también se escribe “Caloría” (con el símbolo Cal, ambos con “C” mayúscula) o “kilocaloría” (kcal), y que equivale a 4184 J o 4,185 kJ.[3] Así, por ejemplo, las grasas y el etanol son los que tienen mayor cantidad de energía alimentaria por masa, 37 y 29 kJ/g (9 y 7 kcal/g), respectivamente. Las proteínas y la mayoría de los hidratos de carbono tienen unos 17 kJ/g (4 kcal/g).
Cómo se puede hacer un uso responsable de la energía
Energía es otra palabra para “calorías”. Tu balance energético es el equilibrio de las calorías consumidas a través de la comida y la bebida en comparación con las calorías quemadas a través de la actividad física. Lo que comes y bebes es energía que entra. Lo que quemas mediante la actividad física es ENERGÍA QUE SALE.
Quemas un cierto número de calorías sólo por respirar aire y digerir los alimentos. También quemas un cierto número de calorías (ENERGÍA DE SALIDA) a través de tu rutina diaria. Por ejemplo, los niños queman calorías por el mero hecho de ser estudiantes -caminando hasta sus taquillas, llevando libros, etc.- y los adultos queman calorías caminando hasta la parada del autobús, yendo de compras, etc. En el siguiente enlace encontrará una tabla con las necesidades calóricas estimadas para niños y adultos; esta tabla puede ayudarle a mantener un equilibrio calórico saludable.
Una parte importante del mantenimiento del equilibrio energético es la cantidad de energía que se consume (actividad física). Las personas que son más activas físicamente queman más calorías que las que no son tan activas físicamente.
Tu ENTRADA y SALIDA DE ENERGÍA no tienen que equilibrarse todos los días. Es el equilibrio a lo largo del tiempo lo que le ayudará a mantener un peso saludable a largo plazo. Los niños también necesitan equilibrar su energía, pero también están creciendo y eso también debe tenerse en cuenta. El equilibrio energético en los niños se produce cuando la cantidad de ENTRADA y SALIDA DE ENERGÍA apoya el crecimiento natural sin promover el aumento de peso excesivo.
Causas de la energía
La mayoría de las bebidas energéticas contienen grandes cantidades de cafeína, que pueden proporcionar un impulso temporal de energía. Algunas bebidas energéticas contienen azúcar y otras sustancias. Sin embargo, el impulso es efímero y puede ir acompañado de otros problemas.
Para la mayoría de las personas, las bebidas energéticas ocasionales están bien, pero la cantidad de cafeína puede variar de un producto a otro. Intenta limitarte a no más de 400 miligramos de cafeína al día de todas las fuentes.
Las bebidas energéticas no son recomendables para los niños y adolescentes. Las mujeres embarazadas y las que están amamantando pueden querer evitar o limitar el consumo de estas bebidas. Si tiene una enfermedad subyacente, como una cardiopatía o una tensión arterial alta, pregunte a su médico si las bebidas energéticas pueden causarle complicaciones.
Si te sientes constantemente fatigado o agotado, considera formas más saludables de aumentar tu energía. Duerma lo suficiente, incluya la actividad física en su rutina diaria y siga una dieta saludable. Si estas estrategias no parecen ayudar, consulte a su médico. A veces la fatiga es un signo de una enfermedad subyacente, como el hipotiroidismo o la anemia.
Fórmula energética
Vaya a la tienda y verá una multitud de vitaminas, hierbas y otros suplementos que se promocionan como potenciadores de la energía. Algunos incluso se añaden a los refrescos y otros alimentos. Pero hay poca o ninguna evidencia científica de que los potenciadores de energía como el ginseng, el guaraná y el picolinato de cromo funcionen realmente. Por suerte, hay cosas que puedes hacer para mejorar tus propios niveles naturales de energía. Aquí tienes nueve consejos:
Las emociones inducidas por el estrés consumen grandes cantidades de energía. Hablar con un amigo o familiar, unirse a un grupo de apoyo o acudir a un psicoterapeuta puede ayudar a disipar el estrés. Las terapias de relajación como la meditación, la autohipnosis, el yoga y el tai chi también son herramientas eficaces para reducir el estrés.
Una de las principales razones de la fatiga es el exceso de trabajo. El exceso de trabajo puede incluir obligaciones profesionales, familiares y sociales. Intente racionalizar su lista de actividades “imprescindibles”. Establezca sus prioridades en cuanto a las tareas más importantes. Reduzca las que son menos importantes. Considere la posibilidad de pedir ayuda adicional en el trabajo, si es necesario.