Diferentes ecosistemas
La ecología es el estudio científico de cómo los organismos interactúan entre sí y con su entorno. Esto incluye las relaciones entre individuos de la misma especie, entre especies diferentes y entre los organismos y sus entornos físicos y químicos. La ecología acuática incluye el estudio de estas relaciones en todos los medios acuáticos, incluidos los océanos, estuarios, lagos, estanques, humedales, ríos y arroyos.
Un ecosistema es una comunidad de organismos vivos y su entorno físico y químico, vinculados por flujos de energía y nutrientes. Los ecosistemas funcionan como una unidad ecológica discreta y pueden definirse a distintas escalas. Por ejemplo, la cuenca del río Athabasca puede considerarse un ecosistema, al igual que un pequeño estanque, un tronco o el planeta entero. Los límites de un ecosistema acuático son en cierto modo arbitrarios, pero generalmente encierran un sistema en el que se pueden estimar los flujos de entrada y salida. Los ecologistas de ecosistemas estudian cómo fluyen los nutrientes, la energía y el agua a través de un ecosistema.
Características del ecosistema acuático pdf
El agua dulce es un recurso estratégico del que depende la sociedad humana. El agua se consume para el consumo, los usos industriales y el riego, y la regulación del caudal es fundamental para la generación de energía y la protección contra las inundaciones. Los ecosistemas acuáticos proporcionan peces y otros recursos alimentarios, así como recursos recreativos, que son muy valorados por las comunidades. Todos estos usos dependen no sólo de una cantidad suficiente de agua, sino también de su calidad, es decir, de sus características físicas y químicas. A medida que vamos adquiriendo un mayor conocimiento científico de los ecosistemas acuáticos, resulta evidente que la calidad de los mismos influye no sólo en la biota acuática residente, sino también en la calidad de una masa de agua como recurso hídrico. Estas interacciones pueden representarse como ecosistemas acuáticos sanos que proporcionan «bienes y servicios» a los demás usuarios de los recursos hídricos, como se muestra en la figura 1.
Se prevé que la expansión de las sociedades humanas y el desarrollo económico asociados a las limitaciones en la cantidad y calidad del agua se agraven. No habrá fórmulas mágicas, soluciones rápidas ni respuestas sencillas a los retos de los recursos hídricos que se avecinan. Será necesario reestructurar, optimizar y ajustar los sistemas de recursos hídricos existentes para lograr múltiples objetivos, así como aumentar la eficiencia del riego y otros usos consuntivos (Postel, 1997). En Estados Unidos, los gobiernos federales, estatales y locales ofrecen una infraestructura para poner en marcha cambios a una escala acorde con la de las grandes cuencas fluviales. Se han dado algunos pasos en esta dirección, como el reciente acuerdo histórico que regula el caudal del río Colorado para alcanzar objetivos ecológicos y de generación de energía. La infraestructura gubernamental y el compromiso con los múltiples objetivos son activos importantes, pero son, por sí solos, insuficientes para afrontar los retos de los recursos hídricos del futuro. Está claro que estos activos deben ir acompañados de un mayor conocimiento en todos los aspectos de las ciencias e ingeniería acuáticas.
Ecosistema terrestre
Un ecosistema acuático es un ecosistema que se encuentra en una masa de agua y la rodea, a diferencia de los ecosistemas terrestres. Los ecosistemas acuáticos contienen comunidades de organismos que dependen unos de otros y de su entorno. Los dos tipos principales de ecosistemas acuáticos son los marinos y los de agua dulce[1] Los ecosistemas de agua dulce pueden ser lénticos (agua de movimiento lento, como charcas, estanques y lagos); lóticos (agua de movimiento más rápido, por ejemplo, arroyos y ríos); y humedales (zonas en las que el suelo está saturado o inundado al menos durante una parte del tiempo)[2].
Los ecosistemas marinos son los mayores ecosistemas acuáticos de la Tierra y existen en aguas con un alto contenido en sal. Estos sistemas contrastan con los ecosistemas de agua dulce, que tienen un menor contenido de sal. Las aguas marinas cubren más del 70% de la superficie de la Tierra y representan más del 97% del suministro de agua del planeta[3][4] y el 90% del espacio habitable de la Tierra[5] El agua de mar tiene una salinidad media de 35 partes por mil de agua. La salinidad real varía entre los distintos ecosistemas marinos[6]. Los ecosistemas marinos pueden dividirse en varias zonas según la profundidad del agua y las características de la costa. La zona oceánica es la gran parte abierta del océano donde viven animales como las ballenas, los tiburones y el atún. La zona bentónica está formada por los sustratos situados bajo el agua, donde viven muchos invertebrados. La zona intermareal es el área entre las mareas altas y bajas. Otras zonas cercanas a la costa (neríticas) pueden ser las marismas, las praderas marinas, los manglares, los sistemas intermareales rocosos, las marismas, los arrecifes de coral y las lagunas. En las aguas profundas, puede haber respiraderos hidrotermales donde las bacterias quimiosintéticas del azufre forman la base de la red alimentaria.
Qué es el ecosistema
Todos los seres vivos de la Tierra necesitan agua para sobrevivir, pero más de cien mil especies, incluida la nuestra, necesitan un tipo especial de agua que sólo puede encontrarse en determinados lugares y que es muy escasa: el agua dulce. Las plantas, los animales, los microbios, las rocas, el suelo, la luz solar y el agua que se encuentran dentro y alrededor de este valioso recurso forman parte de lo que se llama un ecosistema de agua dulce. Menos del tres por ciento del agua de nuestro planeta es agua dulce, y menos de la mitad está disponible como líquido; el resto está encerrado en forma de hielo en los casquetes polares y los glaciares. Por estas razones, los ecosistemas de agua dulce son un recurso precioso.
El agua dulce comienza como vapor de agua que se ha evaporado de la superficie de los océanos, lagos y otras masas de agua. Cuando este vapor asciende, deja atrás las sales y otros contaminantes y se convierte en «dulce». El vapor de agua se acumula en nubes a la deriva que acaban por devolver el agua a la Tierra en forma de lluvia o nieve.
Una vez que el agua dulce llega al suelo a través de las precipitaciones, fluye cuesta abajo a través de un paisaje llamado cuenca hidrográfica hasta llegar a los lagos, estanques, ríos, arroyos y humedales. Pero el agua dulce también puede encontrarse en lugares menos evidentes. Más de la mitad del agua dulce de nuestro planeta se filtra a través del suelo y entre las rocas para formar acuíferos que se llenan de agua subterránea. La superficie superior de un acuífero se llama nivel freático, y es la profundidad a la que se perforan los pozos para llevar agua dulce a las ciudades y los hogares.