Clima 101: Deforestación | National Geographic
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Este artículo examina el impacto ecológico de la Primera Guerra Mundial y muestra que las prolongadas transformaciones medioambientales se debieron más a la expansión de los modos de producción industrial que a los intensos combates. Estos desarrollos aceleraron las tendencias del siglo XIX. Aunque las batallas estropearon la tierra y las imágenes de los paisajes devastados siguen reforzando los relatos habituales de destrucción medioambiental, los frentes se recuperaron con relativa rapidez. La comparación de los daños ecológicos en el Frente Occidental con la explotación maderera en todo el mundo, la minería del estaño en Malasia, la producción de petróleo en México y el cultivo de trigo en Estados Unidos y Canadá revela el legado medioambiental de la Gran Guerra.
Aunque muchos contemporáneos lloraron el destino de las tierras arrasadas a lo largo del frente, el mundo natural sigue siendo a menudo una víctima de la guerra sin voz en los estudios actuales. Con las tierras de cultivo devastadas, los árboles carbonizados y los lodazales como imágenes icónicas del conflicto, hemos tendido a dar por sentado el lugar y el papel de la naturaleza. Los libros de historia suelen considerar el medio ambiente como el telón de fondo de la batalla o como un daño colateral, si es que tienen en cuenta el mundo natural. Tal es la paradoja del medio ambiente en tiempos de guerra: la naturaleza es a la vez omnipresente e invisible. Sin embargo, sólo si se tiene en cuenta el medio ambiente se puede comprender plenamente el trauma de la Gran Guerra y cómo este conflicto configuró los niveles más básicos de la existencia humana durante los años posteriores.
La destrucción del hábitat y sus efectos | Ciencia | Grado-4,5 | TutWay
Un ecosistema es una comunidad de seres vivos cuyos procesos vitales están interrelacionados y se desarrollan en base a factores físicos de un mismo entorno. La Tierra está llena de estos hábitats que son una fuente inagotable de biodiversidad y su importancia en la composición de la superficie natural de un país es irrecuperable.
Sin embargo, muchos ecosistemas corren un grave riesgo de supervivencia debido a la interacción humana. Para llamar la atención sobre ellos, la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) ha elaborado una lista de los diez más amenazados.
La UICN clasifica los ecosistemas según su riesgo de extinción, hay ocho categorías: No evaluado, datos insuficientes, menos preocupante, casi amenazado, vulnerable, en peligro, en peligro crítico y colapso. En esta lista, todos los ecosistemas están en peligro excepto el último, el Mar de Aral, ya colapsado y por tanto irrecuperable.
Según un informe publicado el año pasado por la Red Mundial de Vigilancia de Arrecifes de Coral (GCRMN), la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) y el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), una parte importante de los arrecifes de coral del Caribe podría llegar a desaparecer en sólo dos décadas por la falta gradual de peces herbívoros.
Impactos humanos en los ecosistemas – Khan Academy
La degradación ambiental es el deterioro del medio ambiente a través del agotamiento de recursos como la calidad del aire, el agua y el suelo; la destrucción de ecosistemas; la destrucción del hábitat; la extinción de la vida silvestre; y la contaminación. Se define como cualquier cambio o alteración del medio ambiente que se percibe como perjudicial o indeseable[1].
La degradación del medio ambiente es una de las diez amenazas advertidas oficialmente por el PaneI de alto nivel sobre Amenazas, Desafíos y Cambio de las Naciones Unidas. La Estrategia Internacional para la Reducción de los Desastres de las Naciones Unidas define la degradación del medio ambiente como “la reducción de la capacidad del medio ambiente para satisfacer los objetivos y necesidades sociales y ecológicas”[2] La degradación del medio ambiente puede ser de muchos tipos. Cuando se destruyen los hábitats naturales o se agotan los recursos naturales, el medio ambiente se degrada. Los esfuerzos para contrarrestar este problema incluyen la protección del medio ambiente y la gestión de los recursos ambientales.
Los científicos afirman que la actividad humana ha llevado a la Tierra a un sexto evento de extinción masiva[3][4] La pérdida de biodiversidad se ha atribuido, en particular, a la superpoblación humana, al crecimiento continuado de la población humana y al consumo excesivo de recursos naturales por parte de los ricos del mundo[5][6] Un informe de 2020 del Fondo Mundial para la Naturaleza descubrió que la actividad humana -en concreto, el consumo excesivo, el crecimiento de la población y la agricultura intensiva- ha destruido el 68% de la fauna vertebrada desde 1970. [7] El Informe de Evaluación Global de la Biodiversidad y los Servicios de los Ecosistemas, publicado por la IPBES de las Naciones Unidas en 2019, plantea que aproximadamente un millón de especies de plantas y animales se enfrentan a la extinción por causas antropogénicas, como la expansión del uso de la tierra por parte del hombre para la agricultura industrial y la cría de ganado, junto con la sobrepesca[8][9].
Cómo destruir un ecosistema frágil: ¡8 sencillos pasos!
Informes recientes sobre el estado del medio ambiente mundial demuestran que la humanidad está causando grandes daños a los propios ecosistemas que sustentan el sustento humano. Los informes predicen además que los ecosistemas tardarán siglos en recuperarse de los daños, si es que lo hacen. En consecuencia, existe la desesperación de que estemos transmitiendo a las generaciones futuras un legado de daños irreparables que es totalmente incompatible con los principios de sostenibilidad.
Hemos puesto a prueba la predicción de daños irreparables utilizando una síntesis de los tiempos de recuperación recopilados en 240 estudios independientes recogidos en la literatura científica. Proporcionamos pruebas sorprendentes de que la mayoría de los ecosistemas a nivel mundial pueden, con la voluntad humana, recuperarse de perturbaciones muy importantes en escalas de tiempo de décadas a medio siglo.
En teoría, los ecosistemas podrían recuperarse gradualmente de las perturbaciones a un ritmo proporcional al grado de reducción de las mismas [7], [8], [9]. No obstante, se especula que dicha recuperación tardará siglos, si no milenios, dadas las escalas del impacto humano actual [1], [2], [3]. Otra posibilidad es que los ecosistemas alcancen umbrales críticos y pasen a estados alternativos que impidan la recuperación [10], [11], [12]. Hay mucha incertidumbre sobre qué alternativa es probable para una amplia gama de ecosistemas [3]. Sin embargo, conocer estas probabilidades es fundamental para el uso sostenible de los ecosistemas [12], [13], [14]. Abordamos esta incertidumbre sintetizando 240 estudios independientes publicados sobre la recuperación de los ecosistemas (Tabla S1).