Soluciones a la contaminación atmosférica
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Los investigadores están estudiando las interrelaciones dinámicas entre los ecosistemas naturales y la calidad del aire, lo que permite comprender mejor cómo la contaminación atmosférica puede afectar negativamente a los bosques, los lagos y otros ecosistemas naturales, así como los beneficios que proporcionan.
Un sólido conjunto de investigaciones vincula los impactos negativos que la contaminación atmosférica puede tener en los ecosistemas naturales. Por ejemplo: contaminantes como el azufre pueden provocar niveles excesivos de ácido en lagos y arroyos, y dañar los árboles y los suelos forestales; el nitrógeno atmosférico puede reducir la biodiversidad de las comunidades vegetales y perjudicar a los peces y otras formas de vida acuática; el ozono daña las hojas de los árboles y afecta negativamente a las vistas panorámicas de las zonas naturales protegidas; el mercurio y otros compuestos de metales pesados emitidos como gases de escape de la combustión de combustibles pueden acabar acumulándose en plantas y animales, algunos de los cuales son consumidos por las personas.
La investigación mejora la comprensión de las vías y la magnitud de la exposición de los ecosistemas al nitrógeno y al azufre; evalúa los impactos de la deposición excesiva de nitrógeno atmosférico en los ecosistemas; identifica el impacto de los incendios forestales en los ecosistemas; y evalúa los impactos ambientales de la mezcla de uso de energía de la nación, incluyendo la calidad del aire y del agua, entre otras actividades.
Contaminación biodiversidad
El planeta no deja de darnos codazos con sequías cada vez más extremas, recordándonos que el agua es vida. Es un recurso esencial del que dependen todos los seres vivos y es crucial para todo desarrollo social y económico, así como para la producción de energía y la adaptación al cambio climático. Sin embargo, ahora nos enfrentamos a un reto gigantesco. ¿Cómo podemos dejar de contaminar nuestros ríos, mares, océanos, canales, lagos y embalses?
Las aguas del río Ganges fluyen claras y limpias por la ciudad india de Rishikesh, a las puertas del Himalaya. En estas montañas, nadie adivinaría que esta agua se transformará en uno de los ríos más contaminados del mundo, con niveles de bacterias fecales de hasta 31 millones por cada 100 mililitros. Esto es lo que dicen los informes de la Fundación Sankat Mochan, una organización que lucha por devolver al Ganges su antigua gloria. Estos niveles significan que el río sagrado se ha convertido en sinónimo de contaminación del agua, un problema mundial que afecta a uno de cada tres habitantes del planeta, según la Organización de las Naciones Unidas (ONU).
Efecto de la contaminación en la biodiversidad
La contaminación del aire afecta a todas las cosas. Es perjudicial para nuestra salud y repercute en el medio ambiente: reduce la visibilidad y bloquea la luz solar, provoca lluvia ácida y perjudica a los bosques, la fauna y la agricultura. La contaminación por gases de efecto invernadero, causante del cambio climático, afecta a todo el planeta.
Según la Organización Mundial de la Salud, se calcula que siete millones de personas mueren cada año a causa de la contaminación atmosférica. Más de 4.000 personas murieron en pocos meses debido a un grave episodio de smog que se produjo en Londres en 1952. El ozono a nivel del suelo hace que los músculos de los pulmones se contraigan, dificultando la respiración. La exposición a niveles elevados de ozono puede causar dolor de garganta, tos, inflamación pulmonar y daño pulmonar permanente.
Los síntomas de la exposición a corto plazo suelen resolverse rápidamente, pero la exposición a largo plazo está vinculada a graves enfermedades y dolencias en múltiples sistemas corporales. Los niños, los ancianos y las personas con enfermedades crónicas son más vulnerables a la contaminación atmosférica que otros grupos. Las poblaciones urbanas también corren un mayor riesgo debido a las altas concentraciones de contaminación en las ciudades. Compruebe la calidad actual del aire en su zona para determinar si debe tomar precauciones como reducir o evitar la actividad al aire libre.
Contaminantes atmosféricos
Según el Programa de Acción Medioambiental de la UE, el objetivo a largo plazo y el núcleo de la política de calidad del aire de la UE es alcanzar niveles de calidad del aire que no den lugar a impactos negativos significativos ni a riesgos para la salud humana y el medio ambiente. En el caso concreto de los ecosistemas, el objetivo a largo plazo es lograr que “no se superen las cargas y los niveles críticos”, es decir, los límites científicamente determinados de tolerancia de los ecosistemas a la exposición a la contaminación atmosférica. Este objetivo se hizo eco recientemente en la propuesta del Paquete de Aire Limpio de la Comisión de diciembre de 2013.
Un nuevo estudio de la Agencia Europea de Medio Ambiente (AEMA) evalúa cómo se han visto afectados los ecosistemas europeos por los contaminantes atmosféricos acidificantes y eutrofizantes en las últimas décadas, y proyecta los niveles de impacto en un futuro próximo en un escenario en el que se supone que el Protocolo de Gotemburgo modificado en 2012 en el marco del Convenio sobre la Contaminación Atmosférica Transfronteriza a Larga Distancia (LRTAP) se aplicará plenamente en 2020.
La deposición de contaminantes atmosféricos acidificantes provoca la acidificación de las aguas superficiales (lagos, ríos y arroyos) y de los suelos forestales, lo que conlleva la pérdida de nutrientes como el potasio y el magnesio de los suelos y la liberación de aluminio tóxico en los suelos y las aguas, lo que provoca efectos adversos en animales y plantas.