Ecología comunitaria

En la literatura científica, a menudo se utilizan estos términos: «riqueza de especies», «abundancia de especies» y «diversidad de especies». Aunque suenan bastante parecidos (y se utilizan erróneamente de forma intercambiable), son tres conceptos diferentes. Me gustaría dedicar este blog a explicar lo que significan, y por qué cada uno de ellos es igualmente importante para sostener los ecosistemas de la Tierra.

La diversidad de especies es un término que se utiliza para definir el número diferente de especies en un área (riqueza de especies) y su abundancia y la distribución de estas especies en ese ecosistema. Es una medida de la variedad en el ecosistema.

Se puede tener una alta riqueza de especies pero una baja abundancia y, por tanto, una baja diversidad de especies en un ecosistema. Un acuario con muchas especies diferentes de animales, pero con muy pocos individuos de cada especie confinados en un espacio reducido es un ejemplo.

Del mismo modo, se puede tener un ecosistema con alta abundancia, baja riqueza de especies y, por tanto, baja diversidad de especies. Un bosque de robles es un ejemplo de ello. La mayoría de los árboles del bosque son robles; las demás especies arbóreas están limitadas en número y tienen una mala distribución en el bosque.

Ecología de la abundancia

La ecología de comunidades es el estudio de un conjunto de especies que coexisten en un momento y lugar determinados. Uno de los objetivos principales de la ecología de comunidades es entender cómo se organizan las comunidades identificando, describiendo y explicando los patrones generales que subyacen a la estructura de las comunidades. Un ejemplo de este tipo de patrones es que algunas especies nunca aparecen juntas en el mismo lugar. Este patrón puede explicarse de varias maneras: una especie puede excluir a la otra por competencia o, alternativamente, simplemente prefieren hábitats diferentes.

Aunque puede ser relativamente fácil explicar las pautas cuando sólo hay un puñado de especies implicadas, se ha demostrado que es difícil proporcionar reglas generales sobre comunidades enteras en las que coexisten e interactúan muchas especies. Estas reglas generales serían muy útiles, ya que nos permitirían comprender mejor el funcionamiento de las comunidades y predecir cómo responderían a los cambios ambientales, por ejemplo, el calentamiento global o los esfuerzos de restauración. Aunque hay pocas reglas que sean universalmente ciertas en la ecología de comunidades (Lawton 1999), existen patrones regulares y predecibles. En la mayoría de los conjuntos naturales, unas pocas especies constituyen la mayoría de los individuos (Figura 1; Preston 1948). Este patrón de distribución de la abundancia de las especies va acompañado, a mayor escala, de la tendencia de las especies más extendidas a aparecer en mayores densidades en comparación con las especies de distribución geográfica restringida. Esta relación se denomina relación distribución-abundancia.

Riqueza de especies

En ecología, la abundancia local es la representación relativa de una especie en un ecosistema concreto[1]. Suele medirse como el número de individuos encontrados por muestra. La relación entre la abundancia de una especie y otra u otras especies que viven en un ecosistema se denomina abundancia relativa de especies[1] Ambos indicadores son relevantes para calcular la biodiversidad.

Para medir la abundancia se utilizan diversos métodos de muestreo. En el caso de los animales de mayor tamaño, pueden incluirse recuentos con focos, recuentos de huellas y recuentos de animales atropellados, así como la presencia en estaciones de control[2] En muchas comunidades vegetales, la abundancia de especies de plantas se mide por la cobertura vegetal, es decir, la superficie relativa

En términos más sencillos, la abundancia se suele medir identificando y contando cada individuo de cada especie en un sector determinado. Es habitual que la distribución de las especies esté sesgada, de modo que unas pocas especies ocupen la mayor parte de los individuos recogidos[4].

Todas estas medidas forman parte de la ecología de comunidades. Entender los patrones de una comunidad es fácil cuando ésta tiene un número relativamente bajo de especies. Sin embargo, la mayoría de las comunidades no tienen un número bajo de especies[4]. La medición de la abundancia de especies permite comprender cómo se distribuyen las especies dentro de un ecosistema[4]. Por ejemplo, los pantanos de agua salada tienen una afluencia de agua de mar, lo que hace que sólo abunden unas pocas especies que están adaptadas para poder sobrevivir tanto en agua salada como dulce. Por el contrario, en los humedales cerrados, la abundancia de especies se distribuye más uniformemente entre las especies que viven en el humedal[4].

Curva de abundancia

Las demandas de una población mundial creciente con patrones de consumo de alimentos, movilidad y energía que cambian rápidamente están ejerciendo una presión cada vez mayor sobre los ecosistemas de la Tierra y sus servicios de apoyo a la vida. En combinación con el cambio climático, estos cambios suscitan preocupación por las actuales dietas con alto contenido en carne, el uso del agua y las estrategias de producción de bioenergía.

Exacerbados por el cambio climático y la continua contaminación, se prevé que aumenten los índices de destrucción de hábitats y de pérdida de biodiversidad a nivel mundial, incluso en Europa.  La continua degradación de los ecosistemas mundiales y de sus servicios influirá en la pobreza y la desigualdad, lo que podría provocar un aumento de las migraciones.

En las últimas cinco décadas se ha producido un aumento de la población mundial hasta superar los 7.000 millones de personas y una industrialización concomitante de la agricultura (GMT 1)[1] En la actualidad, alrededor del 2 % de la superficie terrestre mundial está cubierta por ciudades e infraestructuras[2], pero el crecimiento continuado de la población y la urbanización (GMT 2) podrían hacer que esta cifra se duplique para el año 2050[2]. [Además, es probable que el continuo crecimiento económico mundial (GMT 5), acompañado de una clase media mundial en rápido crecimiento -con patrones de movilidad y consumo intensivos en recursos y del mundo desarrollado (GMT 2)- aumente la presión sobre los hábitats y los paisajes, especialmente en las regiones con una alta y directa dependencia de los recursos naturales para el desarrollo económico, como el África subsahariana[3].

Por Nerea Pico

Bienvenid@, soy Nerea Pico. Te invito a leer mi blog, soy una apasionada de la naturaleza.